Tomó en su mano la pluma
Y la ensopó en el tintero
Mientras su mente estrujaba
(Cómo conseguir dinero!)
La olla estaba vacía
Y el estómago silbaba
Espantosas melodías
Que la hambruna provocaba.
El frío y la nieve estaban
Golpeándole la ventana,
Dentro del cuarto, su perro
Rascaba pulgas con saña.
Miró la hora en su reloj,
Antes de ir a empeñarlo,
Y al ver que era del almuerzo
La hora que le apremiaba,
Y los ojos de su perro
Expresión de hambre mostraban,
Presto se puso el capote
Y a la fría calle marchaba
Pensando qué compraría
Y así dos panzas llenara.
Primero se fue al empeño;
Allí le dieron dos cobres,
Y, maldiciendo ser pobre
Se fue a la carnicería
Donde, con saña bravía
Y contenida emoción
Compró sin mayor cuestión
Un cuarto de corazón
(lo más barato que había).
Pero aún quedó perplejo
Cuando le dieron el vuelto,
Porque nunca imaginó
Jamás, en ningún momento
Le fuera a sobrar moneda
Por poca compra que hiciera.
De allí salió muy contento
Con el corazón de hierro
(No sólo porque era duro
Sino que comería el perro)
De allí pasó por delante
De una agencia de quiniela;
Y se dijo: Si me alcanza
Al la esperanza me aferro
Le juego al seis, que es el perro
Y llenamos nuestras panzas.
Así fue como el poeta
Muerto de hambre y de frío,
Jugó al seis con todo brío,
Porque ante tal situación
Acertó, en moderación,
Cumpliéndose la esperanza
– con quiniela y corazón –
De que ambos, él y su perro
Pudieran llenar la panza.
PALERMO, 21 de enero de 2020